martes, 24 de junio de 2014

Skinny Love II



-Lily, en serio, deberías hacer más deporte, yo por ejemplo hago 75 abdominales diarios y 25 levantamientos de pesas -le decía Chris a su hermana.
Aún era sábado, pero esta vez la suave brisa de la costa de San Francisco acariciaba los rostros de los tres jóvenes, que estaban sentados en la orilla, contemplando cómo subía la marea con la puesta de sol al fondo. Era una escena agradable, digna de protagonizar un lienzo, con aquellos colores cálidos que acompañaban al sol, en contraste con el fuerte azul del mar.

-Este trimestre no pero el anterior si me quedaron algunas – mintió Grace, ella pensaba que a Chris le gustaban las chicas malas, y ella no era precisamente una chica mala, al revés era una chica de todo notable o un bien como muy bajo y nunca se metía en peleas.- Me quedaron Sociales y FrancésPero, a pesar de que aquel momento parecía tan sosegado y apacible, la mente de Grace no era así en absoluto. No, sus pensamientos no podían estar tranquilos teniendo a Chris justo a su lado, con sus hombros rozándola. Grace se había pasado todo el día intentando reprimir aquellos sentimientos tan inapropiados que tenía hacia su primo. Había intentando verle tan solo como un amigo, ya que eso era lo máximo que iban a llegar a ser, pero le resultaba completamente imposible. Chris, a su parecer, era demasiado perfecto para ser su primo. Con aquel cabello negro, aquellos ojos oscuros tan encantadores, y aquella media sonrisa pícara que siempre estaba dibujada en su cara, hubiera conquistado a cualquier chica, por mucho que hubieran sido parientes.
Y aquel era el problema de Grace. Desde el mismo momento en el que había visto a Chris en la puerta de su casa.
-Bueno Grace -dijo Chris- ¿Que tal en el instituto? Vamos a conocerte un poco. Has suspendido alguna
-Bueno no esta mal, ahora pasemos al tema de los ligues. ¿Te gusta alguien?
-No nadie, todos los chicos pasan de mí, así que yo también paso de ellos. Todos los que les he pedido de salir me han dicho que no – Ahí decidió no mentir, ya había intentado mentir en ese tema y nunca había salido bien -
-Pero bueno por eso no hay que pasar lo que tienes que hacer es intentar ponerte guapa. No digo que estés fea así, pero los jeans y las converse viejas no ayudan mucho.
-Ya sé que los jeans y las converse no ayudan mucho, pero esto me lo pongo cuando no tengo ganas de arreglarme y no he quedado con chicos o con vosotros.
-Bueno pero aún así intenta arreglarte más, porque, a lo mejor cuando sales con nosotros o con tus amigas te encuentras a un chico guapo o algo. Pero si no cuando venga aquí en verano unos días, quedarás con tus amigos ¿no?
-Si, si claro, pero ¿cuando te vas a venir unos días? ¿para que? ¿hay algo que me haya perdido?
-¡Ah Claro! Es que a tí no te lo he dicho, se lo he dicho a tu madre. Es que me quiero venir en verano unos días para ayudar a tu padre con las motos y eso y así aprendo algo más de motos.
-A guay – por dentro estaba bailando el baile de snoopy pero se tenía que contener y parecer que le daba igual si su primo se iba a ir a su casa unos días en verano.
-Bueno de lo que estábamos hablando, que cuando tu quedes con tus amigos yo me iré con vosotros y entonces yo ya hablaré bien de ti delante de los demás y tu ya verás como alguien te pide salir o un lío o algo
-Si si seguro jaja – Rió Grace-
-¿Que no? Ya verás. Bueno y ¿te has peleado con alguien alguna vez? Quiero decir a cates.
-Si, hace poco – volvió a mentir – fue con la puta de mi clase.
-ja,ja,¿y eso?
-Pues... me estaba diciendo cosas y yo pasaba de ella pero ya llegó un momento que me harté y ya ahí empezó la pelea.
-Y ¿quién ganó?
-Pues nos separaron
-Pero ¿quién iba ganando
-Yo
-Ole ahí que nadie se meta con mi primita

Grace había ya olvidado de que eran primos, no había tenido una conversación así con un chico nunca, y Chris le hacía sentir bien, le hacía sentir especial.

-Bueno, tengo que irme – se despidió Grace – adiós, ¡hasta mañana!
-Adiós nos vemos mañana en la comunión ¿no?
- Si adiós

Grace se sentía genial, se moría de ganas de contarle todo esto a su mejor amiga Selene. Pero no tenía batería estaba deseando llegar a a casa para contarle su magnífico día.



Skinny Love



«Come on, skinny love, just last the year. Pour a little salt, we were never here.»

Aquel día parecía ser un sábado por la mañana corriente, y el aire de San Francisco en abril, que no era precisamente una brisa agradable, se colaba por la diminuta ventana de la habitación de Grace. El ambiente estaba caldeado en sentido literal: era uno de esos días de calor abrasador en los que sólo deseas zambullirte en una piscina sin pensártelo dos veces. Y sólo era abril.

La joven, harta del calor y del bullicio de la calle, cerró la ventana con un golpe que pudieron oír hasta los vecinos, aunque ella no lo escuchó. La música de sus auriculares, la cual estaba a tope para ahogar el sonido de la gente de fuera, le impedía oír cualquier cosa.

Volvió a tirarse sobre la cama y su cabello castaño cayó en cascada sobre las sábanas. Dobló las rodillas, con los pies sobre un mullido cojín, y cerró los ojos para concentrarse en la letra de la canción que sonaba en aquel momento.
I tell my love to wreck it all, cantaba Birdy con aquella dulce voz quebrada y triste, cut out all the ropes and let me fall.
Grace amaba aquella canción por encima de cualquier otra. Sabía que era triste, sabía que contaba una historia trágica. Pero, algunas veces, las cosas tristes son las más hermosas. Y eso era lo que ella pensaba.

La música seguía sonando, y su respiración marcaba el ritmo de la melodía. Y, mientras escuchaba la letra, pensaba sobre cómo sería vivir un amor así. Cómo sería eso de ser la protagonista de tu propia historia de amor.

Entonces, aun con los auriculares a todo volumen, Grace oyó el ruido de la puerta abriéndose y se sobresaltó. Apartó la música de sus oídos. Podía escuchar desde su habitación a su madre recibiendo a quien quiera que fuese quien había llegado. «Que no sean ellas, por favor, que no sean ellas», se dijo Grace, pensando en sus primas de Daly City, que venían de visita en el fin de semana. Necesitaba un poco de paz de esa que sólo encuentras los sábados, de ese tipo de tranquilidad que sólo obtienes quedándote una mañana entera en la cama o haciendo lo que quieras. Y si estaban ellas allí, la tranquilidad no sería una opción. Grace cerró los ojos, rogando porque fuese sólo la vecina, que viniese a pedirles azúcar, o cualquier otra persona. Cualquiera menos ellas, pensó.
-Grace, tus primas han llegado -le avisó su madre.
Mierda.
-¡Hola, Gracie! -dijo Kelly en cuanto la vio.
-¡Kelly! -dijo ella con un tono de agrado fingido, mientras se envolvía en un abrazo con su prima, aunque aquello más bien le pareció abrazar a un bote de maquillaje. Intentó contener la tos, pero al final tuvo que toser o se ahogaría.
-¿Qué te pasa? -le dijo Tracy, mientras le daba otro abrazo.
De nuevo le vino un ataque de tos.
-Nada, es sólo un resfriado -mintió, fingiendo una sonrisa.
La única que no le hizo toser fue Lily. Al verla no tuvo ni que falsificar una expresión de alegría.
-Hola, Grace. Te he echado de menos -dijo su prima con una sonrisa, mientras la abrazaba.
-Yo a ti también. ¿Damos un paseo?
-Claro.
Por desgracia para Grace, Tracy y Kelly las siguieron hasta las extensas playas de San Francisco, y las acompañaron durante todo el paseo. No pararon de llamarla Gracie, por lo que la chica no hizo otra cosa que tratar de no chillarles que no se llamaba así. Su nombre era Grace, como Grace Kelly, no Gracie. Y punto.
Mientras caminaban por la orilla de la playa, el mar avanzaba y les rozaba los pies, haciendo que el calor de aquel día resultara más soportable. Grace adoraba el mar, para ella era algo bello, pero también algo que asustaba, por su enorme extensión y sus grandes profundidades. Era algo que nunca llegaría a conocer por completo, que siempre tendría misterios. Y eso era lo que hacía del mar algo tan maravilloso.
Durante aquel paseo, Lily y ella se pusieron al día sobre cada una, hablaron sobre lo que habían hecho mientras no se habían visto, qué tal habían estado, y cosas del estilo. Para Grace hablar con Lily era fácil, podía conversar con ella sin fingir y sabiendo que ella iba a entender cualquier cosa que dijera. Era muy diferente a hablar con Tracy o Kelly; ellas sólo sabían hablar de ropa o de chicos, lo cual no estaba tan mal, pero después de debatir sobre ello media hora, acaba cansando. Era como si una comida no estuviese mal, como si la soportaras, y te hicieran tragártela mil veces: acababas cansándote.
Por fin volvieron a casa, con los pies llenos de arena y los pantalones, remangados hasta la rodilla, completamente empapados. Pero volvieron con una gran sonrisa en el rostro. Había sido una buena mañana.
Las cuatro ayudaron a la madre de Grace a poner la mesa, y después se sentaron a comer como cualquier otro día.
Grace seguía dándole vueltas a las lentejas de su plato, cuando llamaron a la puerta.
-¡Voy yo! -dijo al momento.
Se levantó de un salto de la mesa y corrió descalza hacia la puerta. Cuando abrió se llevó la sorpresa más grande de su vida, y sin quererlo, se le pusieron los ojos como platos.
Frente a ella había un chico, más o menos de su edad. Sus ojos de un tono negro azabache la estaban posados en ella, con una mirada de chico malo pero aun así dulce, y en su rostro estaba dibujada la sonrisa más encantadora que Grace hubiera visto nunca.
La chica no pudo evitarlo y comenzó a temblar como un flan, sintiendo que las piernas le iban a fallar de un momento a otro.
Entonces, su madre se acercó a la puerta, sonrió al chico, y le dijo a Grace:

-Grace, este es Chris, tu primo. Pasará aquí el fin de semana.


Las personas no son siempre como parecen


Emily volvía a casa, entró en su habitación, no tenía ganas de hablar, quería tumbarse, en su cama, poner música y olvidarse de todo. Le dió al play de su movil y sonó skinny love: "Come skinny love, just last the year" La música era lo único que le hacía desconectar, pero esta vez era distinto, solo pensaba en a discusión que acaba de tener con quien creía que era sus amigas.

Emily salía de clase pensando en sus cosas como siempre, no se daba cuenta de que la llamaban por detrás:

-Emily, ¿podemos hablar?
-Si claro ¿qué pasa?
-Pues – comenzó Lily- hemos visto que tienes puesto en la agenda “Lili, Katie, Chloe y Emily amigas siempre” y... nos preguntamos.. si podrías...
-Corta el rollo Lily – intervino Katie- que si somos amigas no te vallas después con Sam y Emma, joder
-A osea lo que vosotras queréis es que yo me quede sola ¿no?- preguntó Emily- porque si estoy-¡Emily!¡Emily espera! - chillaban Lily y Katie- Emily, ¿podemos hablar?con vosotras o me ignoráis o me decís que ahora volvéis, que vais al baño y me dejáis sola o cosas así. Pues que sepáis que con Sam y Emma estoy perfectamente, son mucho mejores amigas que vosotras tres, así que con todo mi respeto y cariño iros a la mierda, y tranquilas que voy a borrar lo de la libreta, ahora si me perdonáis me voy que pierdo el autobús.

Emily no paraba de pensar en que estaba sola y marginada ya que Katie le había comido el coco a Sam y Emma para que la dejaran sola. Emily tenía ganas de llorar, tenía ganas de pegarle a la almohada, tenía ganas de muchas cosas que no podía hacer. Pensaba en cambiarse de instituto y volver con sus amigas, pero no sabía como decirle a su madre que la cambiara sin tener que llevarse la charla de que la gente tarda un tiempo en adaptarse y que hay que echarle paciencia y bla, bla, bla. No tenía ni idea de que hacer.